A escasas horas de que se dispute el duelo entre Real Madrid y FC Barcelona con motivo de la Copa del Rey 2013, y después de la publicación ayer en video del emocionante quinto y definitivo partido correspondiente al playoff final de la Liga ACB 1999-2000, saldado con una victoria que le valió el título liguero al equipo de Sergio Scariolo, hemos contactado con uno de sus protagonistas, el pívot norteamericano Brent Scott, para que nos hable de aquel partido, de su paso por el club blanco y de la experiencia de formar parte activa en un enfrentamiento tan especial como un Real Madrid-Barça.

Brent Scott (Lansing, Michigan, 1971) llegó a las filas del Real Madrid después de jugar en el Olympia Larissa griego, llevar a cabo un fugaz periplo en la NBA con los Indiana Pacers y, de vuelta a Europa, recalar en el Tau Cerámica y el Reggio Calabria italiano. Sergio Scariolo, nuevo técnico blanco, en la temporada 1999-2000, había dirigido a Scott en Vitoria, y decidió contar con sus servicios en su primera temporada al frente del banquillo del Real Madrid. “Para mí fue un privilegio tener la oportunidad de jugar en un club del prestigio del Real Madrid. Cuando supe que Sergio me quería para jugar allí me di cuenta de que no podía dejar pasar la oportunidad de jugar para él una segunda vez. Estaba realmente ilusionado, porque se trataba del Real Madrid y porque él es uno de los mejores técnicos para los que he jugado; lo respeto mucho como entrenador y como persona”, explica Scott desde Fort Worth, Texas, donde en la actualidad ocupa el puesto de entrenador ayudante para la Texas Christian University (TCU), perteneciente a la División I de la NCAA.  

¿Cómo vivió Scott la rivalidad Real Madrid-FC Barcelona en una campaña en la que ambos clubes cruzaron sus caminos en multitud de ocasiones? Al estadounidense le resultó imposible permanecer indiferente durante mucho tiempo: “Uno no tarda mucho en darse cuenta el tipo de rivalidad que existe entre dos de los clubes más famosos del mundo. Precisamente, si algo hizo que ese año fuera tan especial, fue el hecho de ir a su campo para ganar el quinto partido de las series finales de la ACB. Fue espectacular, una sensación inolvidable”, señala el pívot, que recuerda que “habíamos perdido una buena ocasión de cerrar la eliminatoria en casa. Las probabilidades no estaban precisamente a nuestro favor, pero desde dentro nunca dudamos que era posible lograrlo. Si en algo se caracteriza Scariolo es por su apuesta por un gran trabajo de scouting, y nos preparó muy bien. Creíamos en nosotros mismos y nos apoyábamos los unos a los otros, así que fuimos a Barcelona con la mente puesta en ganar la liga”.

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En un equipo sobrado de talento, con jugadores de la talla de Sasha Djordevic, Alberto Herreros, o Alberto Angulo, el rocoso Brent Scott supo asumir un rol de gregario para el bien del grupo durante todo el año. Lejos del estereotipo del jugador norteamericano que demanda muchos balones, el de Lansing se adaptó al perfil de jugador que necesitaba el equipo con esa plantilla. “Mi rol ese año en el equipo era hacer un trabajo sucio, menos vistoso, hacer cosas pequeñas como proteger a mis compañeros que nos ayudarán a ganar partidos”, afirma Scott, cuyo poderoso tren inferior le permitía bloquear con eficiencia a los defensores rivales y generar tiros fáciles para los exteriores, ser un reboteador solvente o defender a jugadores de muchos más kilos como Roberto Dueñas, con quien se emparejó una y otra vez en la temporada 1999-00.

Brent_Scott_oldMucho se ha hablado de la tángana que tuvo lugar en el quinto partido del Palau Blaugrana. Los de García Reneses había tomado la delantera en el marcador cuando un rifirrafe entre Scott y Dueñas detuvo el cronómetro hasta que los ánimos se calmaron. Circula por la red la leyenda de que Scott provocó el incidente para frenar a un Barça en su mejor momento de forma. Él lo desmiente tajantemente: “Dueñas y yo habíamos tenido muchas batallas a lo largo de los años. Es un jugador al que respeto y respetaba muchísimo, posiblemente el más grande contra el que he jugado. Aquello fue accidental, nunca planeado. Por la razón que fuera, quizá porque llevábamos cinco partidos seguidos defendiéndonos y empujándonos, la situación se volvió más física todavía y nos fuimos el uno a por el otro. Al principio me puse nervioso y me preocupó que me pudieran expulsar, pero no sucedió. Es cierto que cambió el signo del partido y conseguimos ganar”.

Su último partido de blanco fue memorable. Con Alberto Herreros lesionado, Alberto Angulo y él fueron decisivos para llevarse el título de vuelta a Madrid. ¿Sus números? 16 puntos, 7 rebotes y 10 tiros libres sin fallo. “Sí, fue un buen partido, pero lo que mejor recuerdo de ese año era el grupo que teníamos. Gente muy especial que se llevaba bien dentro y fuera de la cancha. Creo que esa fue la clave: formamos una piña para ganar el campeonato”, explica Scott, “y eso que no fue un año fácil; desafortunadamente, hubo muchos cambios en la plantilla, sobre todo al principio, es parte del deporte profesional. Desde mi punto de vista, una vez añadimos a Sasha Djordjevic al equipo, pusimos la pieza que le faltaba al puzzle. Teníamos mucho talento con jugadores como los Albertos (Herreros y Angulo), pero con la llegada de Sasha todo encajó”.

En todos esos enfrentamientos, Scott tuvo enfrente a dos jugadores que poco después reclamarían su puesto entre los mejores del mundo: Pau Gasol y Juan Carlos Navarro. “Ambos ya eran dos jugadores de evidente talento. Se percibía que tenían la capacidad de hacer algo especial y he disfrutado mucho viendo cómo han logrado tantos éxitos con los años”, cuenta Scott, que para despedirse lanza un guiño a Gasol: “Siempre he sido seguidor de los Lakers, y me lo he pasado muy bien viendo jugar a Pau estos años. No estoy muy contento con el modo en el que está siendo tratado este año, pero espero que las cosas den un giro, tanto para él como para su equipo”, concluye.

 

FOTOS: ACB y ACB

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