CORBALANPRESENTEEl laureado ex jugador del Real Madrid Juan Antonio Corbalán, al que muchos señalan sin género de dudas como el mejor base español de la historia, habla en esta entrevista para www.feb.es realizada por el periodista Miguel Panadés sobre la figura del base, clave para cualquier equipo, y su responsabilidad en la dirección del juego.

 

 

 

 

 

 

 

En la iniciación, ¿desde cuando un jugador es “El base del equipo”? Según tu opinión ¿es positivo definir posiciones en infantiles, en cadetes…? ¿a partir de qué edad?

 

Como en toda formación hay etapas generalistas y etapas de especialización. En el caso del baloncesto la altura ya especializa a la fuerza y los más pequeños, psicomotrizmente más precoces, son los que asumen ese rol de teórico base. Pero jugar atrás no es ser base. Ser base es entender el juego en sentido amplio y ver la interacción de todos para llegar a jugar bien, para saber qué queremos y de qué recursos disponemos. Esta faceta precisa de una madurez especial que raramente se adquiere antes de los 18 años.

 

Hasta esa edad el gran premio del baloncesto son los puntos. Los mejores hacen más puntos y juegan mejor. Los que acaban siendo bases es porque siendo los mejores más precoces asumen que con el tiempo otros harán lo que ellos hacen y nadie podrá hacer las tareas específicas de base que precisan de mucha rapidez, visión de juego, capacidad de interpretar la realidad, comunicación con tus compañeros y entrenador…. Muchas cosas para un jugador que no domine el juego de forma global. Además de todo eso, tienes que jugar. Hacer esto antes de los 18 es imposible y quien lo hace a esa edad es porque no puede hacer más cosas.

 

¿Se ha diluido la figura del base en el baloncesto moderno o por el contrario sigue teniendo una importancia capital en el rendimiento de los equipos?

Sí, se ha diluido porque los entrenadores son más controladores y su papel es menos formativo, pero un base bien formado por un buen entrenador suele generar más capacidad de análisis que el propio entrenador, porque está dentro de la tarea. En mi opinión, el tándem correcto es el de ambos trabajando juntos. Lo que permite dos visiones: una desde dentro, el base, y otra desde fuera, el observador, el entrenador. Entre ambos, con un correcto feed back, pueden hacer la mejor dirección de un equipo, sin olvidar al base que está en el banquillo, que debe colaborar con su compañero en el campo. Se puede jugar sin base, pero todos los grandes equipos tienen un gran base, aunque éste pueda ser atípico.

 

El “base director”, el “base Corbalán”, ¿nace o se hace?

El base director claramente se hace, aunque tengas que tener una base magnífica. Yo llegué al Madrid anotando la mitad de los puntos de mi equipo, en juveniles y juniors. Lolo Sainz, Pedro Ferrándiz y Antonio Díaz Miguel, me colocaron en tareas que nadie podía hacer mejor que yo. Sin embargo otros podían asumir las tareas anotadoras con la misma o más eficiencia.

Primero se hace un jugador y luego ser hace un especialista. De ahí que en las edades tempranas los entrenadores deben tener una gran capacidad pedagógica y dar mucha libertad para desarrollar las habilidades del jugador. Con el avance del proceso de aprendizaje y la madurez del jugador el entrenador se hace más gestor de detalles específicos, de acomodar habilidades y recursos a los objetivos que se persiguen.

Un alero puede estar feliz por haber metido una canasta, pero un base debe estar feliz por cómo, ese alero, ha metido la canasta. Esa reflexión debe estar siempre en el base: ¿cómo hacemos las cosas?

 

corbalan¿Qué aspectos diferenciales al resto de jugadores debe dominar el base?

Como he apuntado debe saber lo que puede hacer para beneficiar al equipo y saber que sus errores repercuten en el juego colectivo de forma especial; La responsabilidad es primordial, por tanto. Otra faceta es entender cómo puedes hacer mejor a cada compañero, estudiar sus puntos fuertes y débiles y favorecer su juego con tus acciones. El base que no mejora el rendimiento colectivo puede ser un buen jugador pero nunca será un base.

El base debe ser exigente y estar encima de sus compañeros, aunque a veces alguien te mande lejos. Esa es tu obligación y de cumplirla bien depende el éxito de tus compañeros, aunque a veces las verdades sean incómodas o tú mismo te puedas equivocar. El base debe ser un gran observador.

Yo llegué a contar, cuando el partido lo permitía, los puntos que anotaban mis aleros. Cuando había mucha diferencia en las anotaciones de cada uno, el ambiente no era el mismo.

 

¿Debe tener una relación diferente con el entrenador?

Sin duda. El base tiene que tener un perfil visionario y pedagógico con la consciencia de que tiene que tomar muchas decisiones estratégicas. Los otros puestos son más ejecutivos. Un buen alero o pívot debe tomar las mejores decisiones para anotar, para matar, sabiendo que no puede fallar.

El base se reprime para que los demás ejecuten y ahí está su dilema. Si se reprime demasiado se anula y si quiere ser un jugador mas, quita demasiadas oportunidades a los demás.

El base no es un entrenador, pero es el que interpreta la partitura del partido. El entrenador imagina, el base lo hace realidad. Por eso cuantos más jugadores entiendan su responsabilidad el trabajo del base será más fácil.

 

¿Falta enseñar a leer el juego? o quizás esa lectura es cada vez más difícil por la velocidad.

No hay que confundir la velocidad del juego con la rapidez de las acciones. No ha habido en el mundo no NBA un juego más rápido que el del Madrid y la selección de los años 70-80. Leer el juego es saber poner la rapidez adecuada a cada una de las acciones que elegimos. No se puede jugar a baloncesto sin leer el juego. Por eso la tarea del entrenador empieza por enseñar a leer el juego, suponiendo que ser entrenador te dé esa capacidad. A veces los jugadores son fundamentales porque los entrenadores no tienen porqué entender lo que está pasando.

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