Ahora que a nadie sorprende que el paso de un trabajador por cualquier empresa se limite a sólo unos meses, la vinculación de José Luís López Serrano y Ramón González con el Real Madrid es un nítido ejemplo de dedicación y entrega a lo largo de toda un vida. Sería difícil encontrar a dos personas que pudieran hablar del Real Madrid, y en concreto de su sección de baloncesto, con el conocimiento adquirido por Serrano y González, dos veteranos curtidos en el complejo entramado interno del club blanco, al que han visto crecer mientras atesoraban un bagaje incalculable en forma de títulos, anécdotas y recuerdos que se remonta en el tiempo hasta finales de la década de los 60.
Charlando con José Luís López Serrano y Ramón González llaman la atención las similitudes que ambos coinciden en subrayar como claves en su andadura por la sección de baloncesto del Real Madrid. Tanto uno como otro destacan el trato personal, desde los jugadores hasta cualquier trabajador de las oficinas del club, como una de las llaves del éxito en sus respectivas etapas encabezando el funcionamiento de las oficinas de baloncesto.
Así, López Serrano señala que “en baloncesto, la diferencia con el fútbol era que había un ‘feeling’ mayor entre aquel grupo de personas, que no eran sólo una piña alrededor del equipo, sino que se llegaba más allá, a un nivel personal”. “Era algo muy bonito, familiar, que venía inculcado desde arriba por personas como Santiago Bernabéu y Raimundo Saporta; si alguno necesitaba algo, siempre podía acudir a alguno de nosotros o a los jugadores para apoyarse”, explica.
Por su parte, González incide en la exigente masificación actual como una de las diferencias con el trabajo que se hacía antes: “Ahora hay una gran especialización que demanda muchas personas, mientras que entonces sólo había dos, el que se ocupaba de la labor que desempeñaba yo, y el delegado del equipo, que durante mucho tiempo fue Paco Amescua”. De su etapa dirigiendo el día a días de la sección, González guarda “muy buenos recuerdos de la época en la que Rafa Rullán -actual Presidente de la Asociación de Jugadores del club- pasó a trabajar en las oficinas y Javier García Coll entró como delegado”. “El equipo que formábamos con Tirso Lorente -entonces miembro del cuerpo técnico del primer equipo- y Joaquín Brizuela -Director de Cantera- trabajaba muy bien y se convirtió en un grupo humano fantástico”.
Como en toda trayectoria, los dos empleados del Real Madrid han vivido distintas situaciones con el paso de los años, ya sean con tintes emotivos o de carácter más divertido e informal. López Serrano nos cuenta que guarda en la memoria el tremendo valor sentimental que le supuso gestionar la llegada de Ignacio Pinedo, ya enfermo, al banquillo del Real Madrid; una propuesta que el técnico, que fallecería meses después, no se tomó en serio al principio: “Le dije que llamara a Saporta para comprobar que era cierto al 100%. Quedamos para comer y pude ver la alegría en sus ojos, nunca he vivido un momento tan emotivo y especial”. “No nos pidió dinero y tuvimos que ponerle nosotros las cifras para poder cerrar el acuerdo”, recuerda.
Pocos saben que el fichaje de Drazen Petrovic no se fraguó sólo en los despachos. González nos cuenta entre risas el “trabajo sucio” que hubo que realizar semanas antes de la firma del acuerdo entre el genial jugador y el Real Madrid. “Petrovic pidió a sus padres que vinieran unos días a Madrid para poder comprobar cómo era la ciudad, las costumbres, etc. Su padre era más tímido, pero a la madre le gustaba mucho el flamenco, así que durante su estancia aquí la llevamos todas las noches a distintos tablaos y se fue de Madrid encantada”.
Ramón también recuerda con especial cariño una anécdota que tuvo lugar en el frontón Fiesta Alegre, antiguo santuario blanco, tras ganar la Copa de Europa en 1965 porque “Raimundo Saporta nos dijo que si ganábamos al CSKA de Moscú, entre el festejo y los himnos, usáramos unas tijeras para cortar las cuerdas de la bandera española, la de Madrid y la rusa. A mí me tocó izar la rusa, algo que jamás se había hecho en España” -advierte- “lo que me convierte en el primer español en hacer ondear esa bandera en nuestro país” y concluye añadiendo que, “además, Saporta había avisado a la televisión para que enfocaran a las tres banderas mientras eran izadas”.
Era otra época. Días en los que el Real Madrid no disponía de soportes a nivel informático, tal y como nos cuenta González: “uno de los primeros ordenadores que hubo en el club lo compré yo, al igual que la primera conexión a Internet que hubo, que se contrató para la sección de baloncesto”. Días en los que era responsabilidad de López Serrano y González el establecer una relación cordial y familiar con los estamentos arbitrales o con la FIBA. No en vano, el primero también domina a la perfección los entresijos del fútbol tras desempeñar muchos años la gestión de las relaciones internacionales del club con UEFA y FIFA.