Se dice que los grandes deportistas poseen un don especial desde pequeños. Quizá por eso, Clifford Luyk ya destacaba en el baloncesto desde su infancia. Nacido en Syracuse, Nueva York, Luyk llegó a España en el año 1962 de la mano de Pedro Ferrándiz. “Tenía 21 años recién cumplidos e iba a formar parte de la plantilla de los Knicks, pero pensé que sería una buena oportunidad jugar en el Real Madrid”.
Y así fue. Clifford formó parte del club durante 17 temporadas (1961-1978), y conquistó todos los títulos con los que un profesional puede soñar: 14 Ligas, 6 Copas de Europa, 3 Copas Intercontinentales…
España le enamoró desde el principio, Su padre, holandés de nacimiento, y su madre, natural de Suiza, le hicieron sentir el viejo continente desde pequeño. Sus progenitores hablaban alemán en casa y Clifford comenta que no “era el típico hogar americano; mi madre era una gran cocinera”, -explica- “nunca faltaban los quesos y el buen vino en casa”, comenta el deportista. “Quizás el horario en España era distinto, pero yo estaba dedicado al baloncesto y jugaba dos partidos por semana, algo que me resultaba bastante sencillo puesto que estaba acostumbrado a jugar tres o cuatro cuando estaba en Estados Unidos”.
Poco a poco, Luyk fue empapándose de la cultura española: pintura, literatura e incluso los toros. Sin embargo, según palabras de Clifford, el Real Madrid fue su segunda educación. “En el club hice amistad con mis compañeros y conocí a Santiago Bernabéu. Para mí, fue el presidente que nunca había tenido en EEUU”. “Era una persona sincera, llana, bondadosa, cercana… pero con un defecto muy grande: no le gustaba perder. Siempre repetía la misma frase “a ganar”, aunque fuera en el último segundo”. La esposa de Santiago Bernabéu, Doña María, les solía acompañar en los partidos. “Venía siempre a vernos porque le gustaba más el baloncesto que el fútbol”, señala Luyk.
Grandes amigos
En un deporte como el baloncesto es muy fácil hacer amistad con los compañeros y cómo no, tenerles admiración. Para Luyk resulta difícil nombrar al mejor jugador de su generación, pero después de pensarlo responde sin mostrar muchas dudas: “Emiliano. Es un hombre que ha sido al baloncesto lo que Santana al tenis o Ballesteros al golf… Son pioneros y artífices de haber alimentado la popularidad de este deporte. En fútbol podemos hablar de Di Stéfano, pero en cuanto a deportistas españoles destacaría a Gento, Amancio, Pirri, Zoco… Como extranjero, en baloncesto, me quedo con Wayne Brabender, que marcó una época impresionante y ha dado ejemplo dentro y fuera del campo”.
Después de su retirada como jugador del Real Madrid, Clifford Luyk inició una brillante carrera como entrenador. Ejerció de técnico de la categoría juvenil durante las temporadas 78-81 para continuar con jugadores junior dos temporadas más. “En esos años no perdíamos ningún partido”, comenta. “Formamos un equipo de grandes estrellas, pero con mucha química”. Después de esa etapa, Luyk subió al primer equipo como entrenador ayudante de Lolo Sáinz (83-89) y Karl (89-90). En 1991 se puso al mando de la primera plantilla, ganando dos ligas, una Copa del Rey y una Recopa. En 1992-93 fue elegido el mejor entrenador de la competición y luego, en 1994, pasó a ser director técnico del equipo. En la actualidad es asesor técnico para la sección de baloncesto, una labor define como “ser un enlace con la plantilla. En el fútbol está Alfredo Di Stéfano y Amancio Amaro, y en el baloncesto está Emiliano y ahora estaré yo junto a él».
A pesar de todos sus éxitos el americano no se plantea entrenar de nuevo. “Creo que un entrenador necesita una fuerza psíquica más fuerte de lo que yo puedo aportar hoy en día. En un club como el Real Madrid estás obligado a ganar, ser segundo es un fracaso. Lo evidente es que cuando un equipo gana es que los jugadores son muy buenos, pero cuando pierde es que el entrenador es muy malo…”.
Actualmente. Clifford Luyk mantiene contacto con el baloncesto a través de la Asociación de Jugadores de Baloncesto del club blanco. “Creo que es un acierto muy grande que demuestra que nos seguimos queriendo y que hay una buena amistad. Somos buena gente y eso se debe en gran parte al Real Madrid. Es una institución que realmente exige mucho, pero si tu rendimiento es satisfactorio, es un club muy educativo en el sentido de que te forma como persona”.