WALTER1Iniciamos una nueva sección en la que hablaremos con Leyendas Blancas de distintas generaciones que han contribuido a forjar la brillante historia de la sección de baloncesto del Real Madrid dejando una huella imborrable para saber cómo ha sido su vida tras su paso por el club blanco, a qué se dedican en la actualidad y conocer, de primera mano, anécdotas o datos de su etapa en la primera plantilla del club más laureado del continente.

Walter Szczerbiak (Hamburgo, 1949) jugó siete temporadas en el Real Madrid (1973-80) con una gran capacidad anotadora que no solo ayudó a su equipo a ganar, entre otros títulos, tres Copas de Europa, cuatro Ligas o tres Copas Intercontinentales, sino a registrar récords como la máxima anotación individual en un partido de la máxima competición nacional: 65 puntos frente al Breogán La Casera en la victoria de los blancos frente a los gallegos (140-48) en la temporada 1975-76, una marca que pertenece vigente a día. Conectamos con Walter desde su residencia en la pequeña localidad de Cold Spring Harbor, Nueva York, un pequeño pueblo ubicado a una hora de distancia en coche de Manhattan, para que nos cuente qué pasos que dio tras su exitoso periplo por el Real Madrid, cómo es su vida actual y, teniendo en cuenta su herencia ucraniana, su opinión sobre el triste conflicto actual en el país debido a la invasión rusa.

walter2Dejaste el Real Madrid en 1980, fuiste dos temoporadas a jugar a Italia y después valoraste retirarte, ¿qué sucedió?

 
Jugué en Italia primero y luego en Canarias, pero al retirarme hice entrevistas en varios sitios, incluida la NBA y su asociación de jugadores, para trabajar con ellos porque ya empezaban a tener proyectos en el baloncesto internacional. Pensé que tenía la experiencia y conocía a gente del entorno FIBA, así que me entrevisté varias veces con estas dos entidades y quedé a la espera. En la asociación de jugadores me dijeron que había buenas posibilidades porque se empezaba a hablar de hacer algunos tours internacionales y yo podría ayudar bastante con mis conocimientos. Pero el tiempo pasaba y no me terminaban de responder, así que conseguí reunirme con David Stern, a quien le gustaron las cosas que le propuse pero me pidió que adquiriera experiencia para poder enfocar mejor en qué dirección quería ir y me emplazó a hablar entonces. Esto me mantuvo vinculado con el baloncesto ya que, además, al mismo tiempo, MARCA me pidió que escribiera artículos sobre la NBA porque en aquella época no llegaban tantas noticias de la liga, así que hacía una columna todas las semanas.

Pensaste en retirarte después de jugar en Italia pero no terminaste de colgaste las botas definitivamente, ya que jugaste una temporada más en Canarias.

Sí, eso es. Estaba en Cold Spring Harbor, donde siempre he vivido, un hogar que habíamos comprado y alquilábamos mientras yo jugaba hasta que regresáramos cuando me retirara. Así que, al volver de Italia, residíamos aquí. En esta época yo seguía jugando con amigos, jugadores de High School, universitarios y también ex jugadores NBA y ABA en unos entrenamientos a los que llamábamos ‘Saturday Run’. En aquella época a mí me apodaban “Mr. Mom”, por la película de Michael Keaton, que era muy popular entonces, porque como mi mujer trabajaba en una inmobiliaria yo me ocupaba de cuidar de los niños, llevaros, traerlos, hacer cenas… El caso es que cuando me retiré en Italia, en el 82, me entrevisté con varias empresas de acciones y bolsa pero cuando estaba a punto de tomar alguna decisión me llamó Pepe Cabrera, que era el gerente del Cafisa Canarias poque tenía interés en ver a Randy Meister y yo jugaba partidillos en verano con él. Yo le dije que podía llamar a Randy para poder jugar con nuestro equipo en unas ligas de verano de buen nivel en las que había jugadores como Chris Mullin, por ejemplo. Jugaban los mejores de Long Island o incluso de la ciudad de New York. En nuestro equipo estaba Moti Daniel, que luego jugó en el Maccabi. A Pepe le gustó porque que Randy todavía estaba en forma, pero también me vio jugar a mí y quedó impresionado.

Cabrera no solo fichó a Meister sino que te propuso la idea de volver a jugar…

Sí, a pesar de que yo pensaba que ya estaba retirado definitivamente después de mi periplo en Italia, que terminó con un mes en el hospital. Pero me mantenía en forma jugando en estas liguillas un par de veces a la semana y me gustaba mucho. Yo no estaba convencido de fichar solo un año y le dije “si quieres que vaya, no quiero dejar mi casa y todo aquí por una sola temporada”, así que hicimos un contrato de dos años. En el equipo estaba mi dos queridos compañeros del Real Madrid, Carmelo Cabrera y Luis Mari Prada, y casi fichó también Wayne Brabender, pero terminó firmando con Caja Madrid. El proyecto fue una pena porque el entrenador que tuvimos era un americano que quería entrenarnos como si fuéramos jugadores universitarios. A Carmelo, por ejemplo, no le podías entrenar así, tenías que dejarle desarrollar su juego. No se vio nuestra mejor versión aunque fue una temporada decente. Yo siempre me pongo el listón muy alto y no acabé contento aunque la verdad es que mirando los números, los puntos, rebotes y porcentajes, sí hice un buen año. Me defraudé un poco a mí mismo porque pensaba que podía hacer más. Con Randy en el campo siempre competíamos con otros grandes pívots como Mike Davis o Kevin McGee pero como él era duro y agresivo solía tener problemas de faltas y terminar expulsado. Terminó el año y yo pensaba volver porque mi temporada había sido buena, anotando unos 23 puntos por partido, para ser un jugador de 34 años. Pero los últimos meses hubo retrasos en los pagos y el club los condicionó a que no jugará mi segundo año, algo que no me gustó y me hizo considerar tomar medidas legales. Mi mujer ya había vuelto a Estados Unidos con mi hijo Wally y yo soy una persona muy familiar, así que después de hablar con ella decidí que no merecía la pena seguir. Cobré lo que me debían, renuncié a ese segundo año y así me retiré como jugador del baloncesto español.

Y llegó el momento de explorar nuevas perspectivas profesionales…

Eso es. al retirarme hice entrevistas en varios sitios, incluida la NBA y su asociación de jugadores, para trabajar con ellos porque ya empezaban a tener proyectos en el baloncesto internacional. Pensé que tenía la experiencia y conocía a gente del entorno FIBA, así que me entrevisté varias veces con estas dos entidades y quedé a la espera. En la asociación de jugadores me dijeron que había buenas posibilidades porque se empezaba a hablar de hacer algunos tours internacionales y yo podría ayudar bastante con mis conocimientos. Pero el tiempo pasaba y no me terminaban de responder, así que conseguí reunirme con David Stern, a quien le gustaron las cosas que le propuse pero me pidió que adquiriera experiencia para poder enfocar mejor en qué dirección quería ir y me emplazó a hablar entonces. Esto me mantuvo vinculado con el baloncesto ya que, además, al mismo tiempo, MARCA me pidió que escribiera artículos sobre la NBA porque en aquella época no llegaban tantas noticias de la liga, así que hacía una columna todas las semanas.

¿Qué pasó después?

Todo avanzaba de forma un poco lenta. A través de mis contactos me enteré de que la NBA y la asociación de jugadores tenían conflictos sobre los viajes internacionales de las franquicias y presté atención al asunto porque los Cleveland Cavaliers, entrenados por George Karl, iban a jugar un torneo de la ACB en Puerto Real, Cádiz, en otoño, así que obtuve mucha información de primera mano. El día que los Cavs estaban ya en el aeropuerto a punto de partir me llegó información y me puse en contacto con Eduardo Portela para decirle: “Eduardo, no van a salir porque tienen prohibido por la asociación de jugadores de hacer algún acto en el extranjero como equipo”, a lo que me respondió “Es imposible, están en el aeropuerto, tienen sus billetes y van a despegar”. Le dije que no, que estaba en contacto con esas dos entidades y que finalmente no volarían. Y así fue. Eduardo quedó impresionado con esta información y poco más tarde me llamó para hacerme una propuesta, que le presentará un documento en abril planteándole qué podía aportar. Preparé una propuesta con varios puntos y era una época en la que no había mucha comunicación y lo que sucedía aquí en EEUU no llegaba a Europa como ahora: vídeos, libros, entrevistas, en fin, todo tipo de información sobre la NBA. Planteé grabar el máximo número de vídeos de partidos universitarios y profesionales para que la ACB dispusiera de una videoteca, comprar todos los libros que se publicaran sobre baloncesto, las guías, revistas de la NCAA y de la NBA. Todo con el objetivo de tener un mayor conocimiento y que tanto clubes como jugadores se beneficiaran de ello. También me propuse como intérprete en las negociaciones entre el club y el agente o crear y mantener una lista de jugadores disponibles para jugar en la ACB con una opinión objetiva que no estuviera influenciada por los agentes. Hablaría con agentes, entrenadores, vería jugadores en video o en persona. La ACB aprobó la propuesta en asamblea y me dieron su confianza a pesar de que se podía haber pensado que al haber jugado yo en el Real Madrid estaría a su favor. Pero hubo personas que conocían mi honestidad y me defendieron para hacer este trabajo.

Así que fichaste por la ACB. ¿Cómo fue esa experiencia?

Muy positiva. Después de ficharme, Eduardo Portela vino conmigo a Estados Unidos para ver cómo funcionaba la NBA y, aunque la temporada ya estaba acabada, fuimos al draft. Yo quería que la ACB construyera una buena relación con la NBA porque Eduardo quería integrar muchas ideas de su funcionamiento en el baloncesto español, que aún estaba un poco atrasado. El día antes de la ceremonia Stern le invitó a subir a su oficina para tener una charla en la que empezó un relación que NBA y ACB mantuvieron a lo largo de más de 20 años.

¿Cuántos años estuviste trabajando con la ACB? 

Estuve trabajando 25 años como delegado de la ACB en Estados Unidos. Cuando concluyó esta relación con la ACB me retiré porque no quería empezar de cero y teníamos nuestra casa, algunos ahorros e incluso algo de apoyo de Wally para poder mantenernos cómodamente. En 2008, con 57 años, aunque aún jugaba, tuve que operarme del corazón en un procedimiento que tenía que durar seis horas y acabó siendo de nueve por algunos problemas, pero todo salió bien y desde entonces ni siquiera pienso en ello.

walter3¿Cómo es tu vida actualmente?

Ocupo mi tiempo siendo abuelo, marido y padre. Paso todo el tiempo que puedo con los nietos que tengo de mis tres hijos: Wally (1977), Will (1985) y Wendy (1988). Mi trabajo ahora muchas veces es ser abuelo, algo que disfruto mucho. Soy un poco payaso con mis nietos, casi podría ganar un Oscar con todas las caras que pongo para cada uno de ellos porque siempre me piden algo distinto: contentos, enfadado, triste… Leo libros, artículos en internet, periódicos, veo baloncesto y otros deportes. También mantengo el contacto con mis queridos compañeros del Real Madrid.

¿Sigues teniendo muchos amigos de aquellas míticas plantillas?

Desde luego, y me encantaría poder pasar más tiempo con ellos y mis compañeros de la asociación, pero la distancia nos separa. Hablar con mis excompañeros es mi gran alegría, poder charlar en videollamada o por nuestro grupo de WhatsApp con gente como Vicente (Ramos), Juanito (Corbalán) o Carmelo (Cabrera), que siempre fue mi compañero de habitación porque creo que éramos los únicos que nos podíamos soportar el uno al otro. Con él hablo muy a menudo, tenemos una relación especial y podemos ponernos tranquilamente y tener una hora de conversación. En los últimos 6 o 7 años he ido a Canarias por la Copa del Rey dos veces y me quedé con él en su casa.

¿Haces deporte?

Sí, me mantengo activo, creo que es importante así que hago religiosamente ejercicios, sobre todo en el suelo para mantener un buen tono. Los hago con pelota, estiramientos de yoga, abdominales… Y por la tarde, si hace bueno, salgo a caminar con mi mujer y andamos un par de kilómetros.

Tus orígenes son ucranianos, ¿te está afectando mucho la guerra iniciada con la invasión rusa?

Por supuesto, lo estoy pasando bastante mal porque la situación es muy triste. No puedo ver demasiado las noticias porque me entristezco mucho. Son mis orígenes. Cuando era niño estuve en un grupo de Boy Scouts Ucranianos y cada sábado íbamos a una sala y nos enseñaban toda su historia. Yo era muy joven y no entendía mucho de política, iba porque que me gustaba jugar al ping-pong (risas). En Pittsbutgh, donde vivía mi familia, fui a un colegio ucraniano católico hasta que tuve 12 años. Allí nos enseñaron su historia y su grandeza y veías claramente mucha frustración por no poder disponer de una deseada independencia. Después de terminar el colegio fui a un seminario ucraniano católico en Connecticut donde te formaban en el idioma y las costumbres nacionales. Por eso estoy muy orgulloso de mis orígenes. El idioma, a pesar de que en mi casa se hablaba cuando era muy pequeño, me cuesta hablarlo mucho porque he usado mucho más el español y el italiano todos estos años. Y es que yo nací en un campo de refugiados después de la Segunda Guerra Mundial, donde estuvimos de 1946 a 1951 hasta que mi familia pudo venir a Estados Unidos gracias a la iglesia, que ayudó a mi padre a conseguir un trabajo en Pittsburgh porque no querían regresar a la miseria y la pobreza del régimen comunista de Stalin. Entre otros factores, Ucrania es un país con muchos recursos naturales en agricultura y minería y por eso que creo que Rusia, que es consciente, quiere recobrarlos de nuevo.

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