Después de tres semanas preparando el viaje, por fin llegaron las 21.00 horas del viernes cinco de abril. A esa hora habíamos quedado toda la expedición para facturar y sacar las tarjetas de embarque. Poco a poco fueron llegando los jugadores, Vicente Paniagua, ‘Indio’ Díaz, Quique Villalobos, Iñaki de Miguel, Oscar González, Roberto Núñez, Jerónimo Bucero, Jorge Rullán, Joe Arlauckas, Carlos Martínez, Gustavo Díaz, Nacho Castellanos, José Beirán y José Miguel Antúnez. Reconozco que cuando llegue estaba un poco nervioso; a muchos de estos jugadores les he seguido desde que era pequeño, de hecho he de confesar que en el colegio jugaba con el ocho por Joe Arlauckas…cosa que no le dije, porque me pareció muy friki.
Desde el primer momento me di cuenta de que el viaje iba a ser muy divertido (a la vez que cansado). Estuvimos cenando algo mientras esperábamos a embarcar con destino a Moscú y hablamos de baloncesto, de ascensos y descensos de LEB, Euroliga…
Ya en el avión, nos sentamos por orden de altura, con los más altos en salidas de emergencias, pero aún así creo que iban demasiado encajados… Ver a Arlauckas, Castellanos e Iñaki de Miguel en la misma fila era bastante gracioso… Yo me senté con Óscar González y Carlos Martínez, los “bajitos”. Y es que mido casi 1,90m., siempre me he considerado alto, pero cuando viajas con gente que mide dos metros de media, eres bajito. Mis dos acompañantes, junto con Roberto Núñez y Jorge Rullán, jugaron juntos en infantiles y cadetes del Real Madrid, según creo recordar… El viaje a Moscú fue horrible, de los peores que recuerdo. Hacía un calor insoportable en el avión y un bebé estuvo llorando el 70% del viaje… Total, que no dormí más de 30 minutos. Creo que no fui el único; a todo el que se dormía ‘Indio’ Díaz le preguntaba la hora para despertarle… todos menos Antúnez, que durmió las cuatro horas del viaje enteras mientras que el resto no pasamos de esa media hora.
Llegamos a Moscú. Gracias a Dios fue todo muy rápido y cogimos enseguida el avión a Perm. Volví a ir con Carlos y Óscar de compañeros, pero por suerte esta vez sí dormí las dos horas del viaje.
Llegamos a Perm, dónde nos esperaban una chica de la organización y el autobús del Ural Great (bastante viejo, por cierto). Eran las 12:00am en Perm, las 8:00am de España, total, que estaba con un lío de horarios importante. Fuimos al hotel, para comer y descansar antes de ir a ver el ballet ruso. Una cosa que me llamó la atención es que a la hora de comer nadie espera a nadie, y que el que termina se levanta de la mesa sin esperar al resto. La verdad es que gente acostumbrada a jugar entre profesionales, lo ha hecho toda su vida y aún mantienen las costumbres: comes y te vas a descansar. Al principio, lo del ballet ruso no me convenció mucho, pero agradecí ir. Nos dieron un palco magnífico y disfruté de los tres actos que vimos. ¡Qué gran idea de José Beirán! Como anécdota, a la salida nos hicimos una foto todos juntos, mientras Quique Villalobos cantaba el himno de la URSS, algo que a algunos ciudadanos de Perm no les hizo mucha gracia.
Por la noche disfrutamos de una cena en el hotel con la visita de Iván Edeshko, mítico jugador ruso del CSKA y de la selección rusa y que le dio el pase a Belov en la final de las olimpiadas de Múnich de 1972. Paniagua comentó que le llamaban “el madero” o algo parecido, por su fama de jugador duro que reparte estopa sin parar. En la cena probamos el vodka ruso Beluga, que me gustó bastante. Después de cenar fuimos a un irlandés a tomar una cerveza, pero no había mucha gente, así que nos fuimos pronto al hotel a descansar.
Una anécdota relacionada con el vodka es que en un viaje a Kazajistán, Arvydas Sabonis pidió un vodka tan fuerte que para beberlo no se debía respirar antes, para evitar que los vapores te quemaran la garganta…
El domingo amanecí a la hora de comer, pues sabía que iba a ser un día muy largo. Comimos y me acerqué con Javier Artime, el gerente de la Asociación de Jugadores de Baloncesto del Real Madrid a hacerme unas cuantas fotos en el centro de Perm y así poder decir que estuve en Rusia. He de decir que nos hizo un tiempo estupendo, nada de frio, incluso mucho sol y algo de calor. Eso sí, había nieve para aburrir, lo que daba pistas de que había sido un invierno duro, duro.
Después de comer llegamos al pabellón para el partido. El pabellón por fuera es un edificio gris, bastante feo y sin pinta de que dentro se juegue a ningún deporte. Estaban los rusos del Ural, entre ellos Mikhail Mikhailov, miembro de las Leyendas Blancas, que se saludó efusivamente con todos. Roberto Núñez me contó que Mikhailov se pasaba corriendo casi todos los entrenamientos con Obradovic, ya que Zeljko le decía que defendiera al poste bajo por delante y no por detrás, y que Mikhailov decía que no, que él se ponía por detrás para poner tapón. Al final, los “castigos” son iguales en los entrenamientos de profesionales que en los de colegio.
En el vestuario los jugadores se cambiaron y se hicieron alguna foto con la equipación rusa. Como aún quedaba mucho, fuimos a calentar a una pista al lado de la principal. Aproveché para tirar unos tiritos a canasta, aunque pocos para no hacer mucho el ridículo. Por Dios, cómo las enchufan Villalobos o Beirán. Me puse a pasarles y fácilmente pudieron hacer un 90% en triples. Impresionante, de verdad. Pero para impresionante la canasta de Beirán desde el centro del campo… y de espaldas. Pero lo sorprendente no es que la metiera, ¡sino que lo hizo a la primera! Aprovechamos para hacernos fotos. Aparte de parecer un botijo, parezco el directivo del equipo…Pero me hizo mucha ilusión la foto. Como el calentamiento se hizo eterno, estuve un buen rato hablando con ‘Indio’ Díaz, que me contó y enseñó el por qué de su retirada en 1993. La verdad que duele solo de verlo, se operó de unas calcificaciones en el pie y se le infectó la herida de tal manera que se tuvo que retirar. Una pena.
Por fin llegó la hora del partido: el ambiente era impresionante, 7.000 personas llenaban el pabellón, parecía una final de Euroliga. El partido era para homenajear al Ural Great, el equipo campeón de la liga rusa y Eurocup en 2001 y 2002. La verdad que es entendible, ya que en Rusia el CSKA gana 9 de cada 10 ligas y el Ural Great la ganó dos años seguidos.
Los rusos montaron un espectáculo por todo lo alto, con presentación de los dos equipos, luces, bailes… en definitiva, algo para recordar. El partido fue bastante interesante, ellos tenían a Mikhailov, Panov (que pedazo de jugador), Karasev, Sheiko, Avleev, Daineko o Chikalkin. Poseían un juego interior algo más fuerte que las Leyendas, y eso que Arlauckas e Iñaki de Miguel hicieron un partidazo. Los rusos empezaron moviendo el balón con más acierto y enchufando sin parar. Por las Leyendas Arlauckas hizo un impecable 8/8 en sus primeros tiros a canasta y mantuvo al equipo en el partido. En la segunda unidad salió Carlos Martínez y tomo el testigo de Joe para meter 3 /3 triples en el segundo cuarto.
El tercer y último cuarto siguieron la misma tónica, y al final ganaron los rusos por 88-82 en un partido muy igualado, que decidió Panov con 26 puntos y 14 rebotes. Estuve casi todo el partido sentado al lado de Gustavo Díaz, que me iba diciendo sin equivocarse lo que iba a pasar en cada ataque. En cuanto salió Beirán me dijo, “ya verás como Carlos u Óscar penetran, la doblan fuera y mete un triple José”. ¿Qué pasó? Que penetró Carlos, la dobló y triple de Beirán..
Lo peor del partido fue tener detrás del banquillo de las Leyendas a un grupo de seguidores del Ural Great con un bombo animando los 40 minutos del partido sin parar. Acabé con un buen dolor de cabeza. Por cierto, un par se parecían mucho a los “amigos” lituanos de Rudy.
El partido terminó con una fiesta en la cancha y una foto con todos los jugadores. El que sale a mi lado debe medir unos 2,20m., le llego a la altura de los hombros. Mikhailov se lesionó a los ocho segundos de empezar a jugar y se rompió el gemelo. Es una pena, porque era otro de mis jugadores favoritos. Siempre he tenido debilidad por los pívots y por los tapones.
Al acabar el partido fuimos a la cena de gala con el Ural Great junto a políticos, ex jugadores, etc. Estuvo muy bien, una comida excelente. Repetimos varias veces maki y sushi, y bebimos vodka con precaución, porque a las tres de la madrugada el autobús nos recogía en el hotel para empezar el viaje de vuelta. También conocí a Valdemaras Homicius, cuyo atuendo le asemejaba con un capo de la mafia rusa, y que nos contó a Jorge Rullán a Gustavo Díaz y a mí que este verano va a pasarlo en España, porque le gusta mucho Marbella (el difunto Jesús Gil le fichó para que jugara en el Marbella Basket) y de paso ver a su gran amigo ‘Chechu’ Biriukov.
Hablamos de baloncesto, especialmente del Europeo de Eslovenia de este verano. Por primera vez en muchos años, Homicius no va a ir como asistente, y nos dijo que tuviéramos mucho ojo con Valanciunas, de los Toronto Raptors, que está como un toro y puede ser un jugador muy determinante. Aproveché la cena para hacerme fotos con Mikhailov, Panov, y otros jugadores rusos.
A medianoche nos retiramos al hotel a hacer la maleta y descansar un par de horas antes de empezar el viaje de vuelta Perm-Moscú-Madrid. Esta vez dormí casi todo el viaje. Llegamos a Madrid cansados, pero mejor de lo que esperaba. Quiero darle las gracias a Rafa Rullán, Darío Quesada, Javier Artime, y a la Asociación de Jugadores de Baloncesto por invitarme a este viaje y hacerme sentir como uno más. ¡Espero poder repetir algún día!
Gonzalo Jaquotot (@gjaquotot)
El apellido de Gonzalo Jaquotot delata su pasión por el Real Madrid y el deporte de la canasta. Familiar de Mariano Jaquotot, desaparecido vicepresidente del Real Madrid y máximo responsable de la sección de baloncesto, Gonzalo es socio del club blanco desde hace más de dos décadas y su vinculación con la Asociación de Jugadores, con la que colabora de forma desinteresada, se remonta hace ya a más de tres años.