En esta sección, un exjugador del Real Madrid contará su experiencia acompañando al primer equipo en alguna de sus citas de la temporada. La posibilidad de realizar estos desplazamientos para apoyar al primer equipo de baloncesto es un gesto de cortesía que la dirección de baloncesto del club blanco, dirigida por Juan Carlos Sánchez, ha extendido desde hace varias temporadas a la Asociación de Jugadores de Baloncesto del Real Madrid. A continuación, reproducimos un texto escrito por Juan Antonio Corbalán, el histórico director de juego del equipo blanco, que viajó con la expedición blanca junto a algunos miembros de la asociación, con los que pudo disfrutar de la oportunidad de apoyar a la primera plantilla y participar de las acciones que la sección organizó junto a los patrocinadores BMW, Autohero y Unicaja.
‘París’, por Juan Antonio Corbalán
En los vagos recuerdos de lo leído y estudiado con frecuencia me aparecía la frase, “París bien vale una misa”. Leyendo un poco más, parece que la misma no tiene un origen cierto, pero se une al rey navarro Enrique IV que renegó a su fe cristiana según la reforma luterana, haciéndose católico, para poder reinar en nuestro país vecino. Poco más o menos, saber jerarquizar los asuntos que tenemos delante. Para él, lo confesional pesó menos que el ser rey de Francia. Todo puede ser interpretable.
La religión, sin embargo, fue un gran problema en el devenir histórico de nuestros reyes de la época, que optaron por luchar defendiendo al papa de Roma y el catolicismo, contra viento y marea, en contra de los intereses propios de la España del Renacimiento, sobre todo en los reinados de nuestros dos “grandes reyes” que tomaron el relevo de los Reyes Católicos (Castilla y Aragón contra el resto del mundo. Parece un partido benéfico). Para todos ellos la religión parecía estar antes que el resto de las cosas.
Las guerras de religión, Guerra de los Treinta Años, no fue el partido que mejor jugaron nuestros reyes, en cuyos territorios nunca se ponía el sol. En su desenlace con la paz de Westfalia y el tratado de los Pirineos empezó el declive de España. La batalla de Rocroi representó el final de la hegemonía española y el inicio de Francia como potencia preponderante. Curiosamente Francia, católica de religión, acababa la ultracatólica España.
Durante nuestra visita a París pudimos admirar los inicios de esa vocación católica de nuestra vecina Francia, tan enemiga como anhelada. La catedral de Notre Dame, vista en su exterior con nueva aguja tras el incendio, pero sobre todo la Petite Chapelle, joya del gótico europeo, construida por Luis IX entre 1242 y 1248.
Santo hoy y paladín católico de su época, quiso dedicar tan sofisticado lugar a guardar las reliquias de la crucifixión de Jesús, como la corona de espinas, intuyo que algún fragmento lignun crucis de la cruz o el trozo de hierro de la lanza que atravesó el tórax de Jesús. Blanca de Castilla, reina madre, nacida en Palencia, tuvo mucho que ver en esa ejemplaridad religiosa de su hijo. Hoy celebramos su día el 25 de agosto. Hubiera sido fantástico que esa fecha coincidiera con nuestra visita a París 17 de diciembre para redondear este prólogo, pero ya veis que no es así.
Sea como fuere, Francia emblema de tantas cosas que han hecho avanzar a la humanidad. Tuvo en la Revolución de 1789 una solución, quizás un poco drástica a eso de las monarquías absolutistas y los estados teocráticos. Algunos piensan que se guillotinó poco, pero aquel ejemplo sirvió de aviso a otras monarquías.
Nadie podía pensar que la falta de libertad, la desigualdad social, la pobreza casi general del pueblo darían como resultado una conmoción social tan estrepitosa allá por 1789. Como el daño o no, ya está hecho, quedémonos con el lema “Liberté, Égalité, Fraternité” como la leyenda más importante que la historia ha hecho llegar hasta nosotros. No con tanto estruendo, pero si con una gran sorpresa ha llegado al baloncesto europeo esta revolución llamada París Basketball. Ahora sí he hilado las historias. Me ha costado. Un poco largo, aunque interesante, el prólogo histórico, pero soy aficionado y merecía la pena. Vaya como premio para los que han tenido paciencia para llegar hasta aquí.
Fundado hace pocos años en 2018 uniendo varios equipos de categorías inferiores y adquirido por capital USA ha hecho posible que un equipo desconocido en Europa pase a liderar nuestra competición más prestigiosa la Euroliga. Un símil podría extraerse de esa maravilla literaria que son los tres Mosqueteros de Alejandro Dumas. El Paris Basketball podría ser un joven D’Artagnan capaz de enfrentarse a los grandes mosqueteros del Rey. Ojalá que el tiempo les guarde durante muchos años y acabe convirtiéndose en uno de ellos como en la novela.
Un viejo conocido, como Tiago Splitter, ex de la liga española y la NBA es su entrenador, ayudado de Carles Marco, si nuestro Carles Marco, al que pudimos saludar personalmente. Es orgullo que “nuestra gente” extienda el prestigio de España por el mundo, y desde nuestras páginas mando mi agradecimiento en nombre de nuestra asociación de Leyendas del Real Madrid. En sus declaraciones a Piti Hurtado, le oí hablar de dejar hacer a los jugadores. Un lema muy liberal, “Laissez faire laissez passer”, que puede no ser suficiente, pero es muy estimulante para un equipo joven que juega sin complejos de tú a tú a los grandes. Es cierto que así juega el equipo y eso da coherencia a sus palabras.
Ellos eran líderes, y nos recibían en una situación nada favorable para nosotros, pero había un comentario muy extendido entre los que tuvimos la fortuna de acompañar al equipo. Con gran solemnidad, Cristóbal, nuestro presidente, rascándose la barbilla con el mango del tenedor, como si fuera Saporta (a mí me parece que se le da un aire) decía: “es un partido donde tenemos poco que perder y mucho que ganar”.
Esta frase es un poco como esa otra que reza: “de perdidos al río”, que últimamente nos han copiado los angloparlantes y que nos invita a tirar por la calle de en medio y que sea lo que sea. Me da la sensación de ser una actitud muy española que hemos repetido muchas veces a lo largo de nuestra experiencia deportiva.
Reconozco que lo paso fatal sentado en la grada. No fue un partido dulce. El París me recordaba jugando a las universidades americanas. Juego directo y valiente, poco estratégico pero muy intenso y yo diría que, a veces alocado al que no es fácil plantar cara. Por fortuna y no voy a dar nombres nuestro equipo supo ganar el partido dos veces. No es mi función juzgar a mis jugadores y no lo voy a hacer. El equipo hizo lo preciso, con sus virtudes y sus carencias actuales. Dominó al principio y al final lo que le dio una merecida victoria cimentada en el acierto de un juego estable que contrarrestara la locura de los franceses, más seguro que otras veces, lo que nos dio solidez y estabilidad, y no exento de la genialidad de algunos y el trabajo de otros. Al final la sonrisa de los chicos rubricó el trabajo y creo que supuso una sobredosis de autoestima que necesitábamos y mucho.
En nuestra época, el baloncesto de élite francés, que yo empecé a conocer, estaba en nuestra franja a nivel de selección, ambos ligeramente claramente por debajo de Italia y superando a los países del antiguo telón de acero. Paulatinamente nos pusimos por delante en nuestra generación. El Real Madrid ya era superior a sus adversarios galos y se encontraba con un baloncesto francés afianzado en ciudades como Lyon, Antibes, Pau-Orthez, Limoges, Berck, y muy lejanamente París donde llegamos a jugar un torneo amistoso con el Racing de París o el Stade Francaise. Aún recuerdo aquel pequeño hotel de Le Touquet, La Chaumière, donde nos hospedábamos, su amable propietaria madame Camille, y a su loro Cocó. Nunca logramos que dijera Real Madrid.
Ha sido una gran alegría el reencuentro con el mejor baloncesto es esta maravillosa ciudad de París, que parece no poder faltar en cualquier disciplina deportiva de alto nivel. Pero también porque el auge del baloncesto francés actual le hace merecedor de toda nuestra admiración y la del mundo entero.
Podemos estar orgullosos de lo que somos, pero estar al lado de grandes nos eleva un poco más. Espero que este equipo se consolide, pero no tengo mucha fe. Me da la sensación de que es resultado de un proyecto empresarial que aspira a ganar dinero, y esta no es la realidad del actual baloncesto europeo que adolece de muchas carencias de tipo administrativo como es el control presupuestario y sobre todo el equilibrio fiscal. Tenemos un baloncesto europeo que se ha acostumbrado a ser una categoría de formación de la NBA o un retiro decentito para los últimos años de algunos jugadores, y no quiere atajar los problemas realmente serios de los que todos hablamos y son evidentes.
Tendrá que llegar la propia NBA para capitalizar el negocio del baloncesto europeo y homogeneizarlo al USA. Y es mi opinión, no veo otro camino, que vendrá con una Conferencia Europea más al este que la del este americano.
Juan A. Corbalán