Con los 40 puntos del director de juego argentino Nico Laprovittola en el partido que el Divina Seguros Joventut batió al Herbalife Gran Canaria (88-75) en la 18ª jornada de la Liga Endesa mucho se ha vuelto a hablar de las cifras más altas de anotación en la máxima competición nacional, un apartado que lidera Walter Szczerbiak, uno de nuestros compañeros en la Asociación de Jugadores de Baloncesto del Real Madrid, con sus estratosféricos 65 puntos al Breogán La Casera en la victoria de los blancos frente a los gallegos (140-48) en la temporada 1975-76. El propio Szczerbiak nos contó cómo sucedió aquella gesta.
¿Un domingo cualquiera o una motivación especial?
En principio, aquel domingo podría haber sido un día más en la oficina para Walter Szczerbiak: “Era febrero, jugábamos en el pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid y el partido, contra el Breogán de Lugo, se disputaría al mediodía. Seguí mi rutina de siempre: desayuno muy ligero y llegada al pabellón una hora antes del partido”. “Recuerdo que hacía fresco en el campo pero en el vestuario se estaba bien. Hice mi preparación habitual, quería jugar bien y ganar el partido por la máxima diferencia posible porque la liga podía decidirse por el ‘basket average’», explica el legendario alero norteamericano.
No obstante, en los días previos al choque algo que había visto publicado en la prensa recientemente rondaba la cabeza de Szczerbiak, que así lo recuerda: “La última vez que habíamos jugado por la mañana, dos semanas antes, el diario ‘As’ me había calificado con una raya (o 0 ases) en un partido contra el Águilas de Bilbao; yo creía haber jugado correctamente, al máximo nivel, pero al periodista que cubrió el partido le pareció que no me esforcé y me acusó de “no madrugar los domingos por la mañana”, y aclara que “ganamos por muchos puntos y Lolo no me sacó en la segunda mitad porque los jugadores que me sustituyeron lo hicieron muy bien. Lo cierto es que aquella crítica del periodista me molestó bastante, así que estaba motivado para hacerlo bien”.
La hora del partido
Aquel domingo los engranajes de Real Madrid de Lolo Sáinz funcionaron a la perfección y Walter lo supo aprovechar: “Nuestra defensa y contraataque funcionaron a mil maravillas y pude usar las buenas asistencias de nuestros bases y otros compañeros para meter 25 de 27 del campo y 15 de 17 tiros libres. Durante los primeros tres cuartos del partido no me pareció tan especial porque era bastante perfeccionista y siempre buscaba jugar el partido perfecto. Ya había metido varias veces más de 50 puntos en otros partidos de liga gracias a mis compañeros y a nuestro estilo de juego”, subraya.
Pívots de la talla de Luyk o Rullán, y bases rápidos como Cabrera, Ramos y Corbalán se aliaron para que aquel fuera un partido especial. “Mi ventaja como jugador era que podía correr todo el día y teníamos pívots que reboteaban muy bien y bases que movían el balón adelante en el contraataque de forma excepcional. Estos factores facilitaron muchos tiros cómodos como bandejas y tiros de media distancia contra el tablero”. El equipo se volcó con él. “Cuando ya llevaba 50 puntos, Clifford Luyk animó a los bases a buscarme aún más porque estaba “on fire”. Así llegué hasta los 65. Lo cierto es que no supe cuántos había metido hasta que llegué al vestuario, ni que era un record y tampoco le di una importancia excepcional. Me alegró el resultado y disfruté del resto del día con mi familia y algunos de mis compañeros”, cuenta el miembro de las Leyendas Blancas.
La gesta, noticia deportiva del momento
Los medios de comunicación se hicieron rápidamente eco de lo sucedido: “Me sorprendió mucho su reacción, porque no solían prestar atención al baloncesto y por la importancia que le daban al récord. Tuve que hacer muchas entrevistas para multitud de periódicos y revistas, que publicaron fotos mías en color con el uniforme del equipo y en mi casa con mi mujer. Fue divertido. Recuerdo que mandé los artículos a mi familia y amigos en Estados Unidos”, concluye Szczerbiak, voraz anotador como pocos, que dejó una inmejorable impresión tanto en lo deportivo como en lo personal en su paso por el Real Madrid. Aunque en la actualidad reside en Estados Unidos, Walter mantiene un contacto fluido y constante con sus excompañeros con quien comparte fuertes lazos de amistad.