Un triple de Roberto Núñez a falta de tres segundos para la conclusión del partido concedió un trabajado triunfo por la mínima (75-76) a las Leyendas Blancas este sábado frente a un combinado formado por jugadores procedentes del Santa Adela, Costa Tropical y el Club Baloncesto Costa Motril, en la localidad andaluza de Motril ante más de mil espectadores que acudieron al pabellón municipal dentro de la iniciativa ‘Motril quiere baloncesto’.
Mejor manera de promocionar el deporte de la canasta imposible. La magia del baloncesto atrapó al público asistente al emocionante choque entre el equipo de la Asociación de Jugadores de Baloncesto del Real Madrid y a una selección de jugadores de Granada en la que figuraban jugadores aún en activo como los ex ACB Jesús Fernández y Héctor Manzano, o el base Nacho Ordín, recientemente retirado. Para más complicación, los blancos exhibieron una plantilla más corta que la de su rival, con el consecuente desgaste físico a medida que transcurría el partido.
De inicio, los locales marcaron el ritmo del juego, con Arlauckas y compañía pisándoles los talones en el luminoso por el lado visitante. El Real Madrid dosificaba sus fuerzas ante un adversario intenso que desde el salto inicial mostraba mucha intensidad y hambre de victoria. Así, dos puntos por detrás de los granadinos (17-19), daba comienzo un segundo cuarto en el que los envites del equipo anfitrión rompieron por primera vez la igualdad en el choque. El buen hacer de Manzano y Fernández en la pintura ponía en apuros a los madrileños, dirigidos con solvencia por Roberto Núñez y apoyados en la veteranía de un clásico como José Luis ‘Indio’ Díaz. Llegado el descanso, el combinado motrileño marchaba rumbo a vestuarios con el partido bien encaminado y una cómoda renta de 11 puntos (40-29).
El tercer período mantuvo el mismo guión que el anterior. Los andaluces recurrían a la zurda de Fernández desde la media distancia para mantener la diferencia de puntos entre ambos equipos y las Leyendas Blancas, muy serias en defensa, mantenían un nivel de juego suficiente para no dejar escapar a su rival (60-48) y tratar de asaltar el marcador en un último y definitivo cuarto en el que poder vaciarse físicamente sin temor al cansancio.
La estrategia funcionó. El público se volcaba con su equipo y el reloj corría en contra de los blancos, que a pesar de todo lograban arañaban puntos a los locales a base de contrataaques y triples -especialmente de Roberto Núñez, que ya calentaba la muñeca para su exhibición final-, manteniendo de este modo sus opciones de llegar a un final ajustado (min. 33, 62-55). Apunto estuvo de desvanecerse el plan; un triple inesperado de Manzano a falta de sólo dos minutos para la conclusión (73-67) parecía acabar con el sueño de los veteranos de la casa blanca. Pero lo mejor estaba por venir. En un minuto de infarto, primero Núñez anotaba desde más allá de 6,75m. con falta, convirtiendo su consiguiente tiro adicional y poniendo a los suyos a dos puntos (73-71), para que Arlauckas firmara a continuación el empate tras una buena defensa. Después de errar desde el perímetro, y con el fantasma de la prórroga sobrevolando el pabellón, los granadinos cogían aire con un rebote ofensivo y canasta de Fernández que se antojaba definitiva a falta de tres segundos (75-73). No fue así. Desde el banquillo blanco se dibujó una jugada para que Núñez tuviera un último triple tras mano a mano con Arlauckas. Dicho y hecho. El que fuera director de juego blanco durante tres temporadas anotó sobre la bocina, con la mano de su defensor en la cara, un espectacular lanzamiento que le daba la victoria a su equipo (75-76). El público aún incrédulo, vibraba con un final antológico.
Fue el colofón perfecto para una fiesta del baloncesto de muy buena factura cuya misión era fomentar la afición y práctica del baloncesto a nivel local y obtener financiación para mantener la estructura del club. Objetivo cumplido.