En este texto, Walter Szczerbiak, mítico ex jugador de la primera plantilla y miembro de la Asociación de Jugadores de Baloncesto del Real Madrid, cuenta cómo fue la experiencia de acompañar al primer equipo en la Copa del Rey de la ACB 2025 celebrada en Gran Canaria. El estadounidense, que viajó primero a Madrid para visitar a algunos de sus ex compañeros y disfrutar de una emotiva reunión, se desplazó hasta las Islas Canarias acompañado por algunos miembros de las Leyendas Blancas en un gesto de cortesía de la dirección de baloncesto del club blanco, dirigida por Juan Carlos Sánchez, que también invita a los veteranos de la sección de baloncesto a sus desplazamientos de Euroliga, tal y como se refleja en la sección ‘Acompañando al Real Madrid por Europa’.

‘Copa del Rey 2025: regreso a España para vivir una experiencia inolvidable’, por Walter Szczerbiak

Después de que la ACB anunciara que la próxima Copa del Rey iba a celebrarse en Las Palmas de Gran Canaria, recibí una llamada de mi gran amigo y excompañero en el Real Madrid, Carmelo Cabrera. Carmelo quería saber si pensaba ir a la Copa. No le podía responder inmediatamente porque tenía consideraciones económicas y de salud que dificultaban mi decisión. Desde que el maldito Covid cambió nuestras vidas, me costaba viajar y estaba bastante cómodo con la vida que llevaba en casa.

Solamente hice dos viajes durante este tiempo. El primero fue a la Copa del Rey de Badalona en febrero de 2023. Fue un acierto al 100%, aunque Madrid perdió en las semifinales. Me apunté con el grupo de veteranos del Real Madrid que acompañaba a los patrocinadores, quienes asistían a muchos de los acontecimientos importantes del equipo de baloncesto y fútbol. Esto me dio la oportunidad de acercarme más a excompañeros y conocer más sobre sus vidas actuales. También organizaron varias actividades interesantes, como un concurso de paellas en Pineda del Mar y un corto viaje en barco por el puerto de Barcelona. El alojamiento en el hotel y las comidas también fueron fantásticos.

El segundo viaje fue a la presentación del libro que Juan Francisco Escudero escribió sobre mi vida y la de mi hijo Wally, titulado «Walter y Wally Szczerbiak, Dos Generaciones de Baloncesto». Una gran comida organizada por las leyendas me dio la oportunidad de presentar a Wally a mis excompañeros y sus esposas. Wally disfrutó mucho hablando con Wayne Brabender y José Luis Llorente sobre nuestras historias. Además, pudimos celebrar el cumpleaños de mi esposa Marilyn en la misma comida. Los tres la pasamos «bomba» en Madrid. El viaje terminó con un último acontecimiento en el palco del Bernabéu, viendo un Real Madrid-Real Sociedad, donde pude entregar una copia de mi libro al presidente Florentino Pérez.

Tardé bastante tiempo en tomar la decision de viajar otra vez e ir a la Copa del Rey. Finalmente tomé la decisión de ir el 16 de enero. Carmelo me ofreció quedarme en su casa cuando estuviéramos en Gran Canaria. Ya tenía ya la experiencia de dos Copas del Rey anteriores y me ilusionó la idea a pasar un buen rato con uno de mis mejores amigos en el mundo. Luis Miguel Santillana tambien iba a alojarse en la magnífica casa de Carmelo y me ilusionó la idea de pasar algunos ratos con él también.

Otra consideración para cruzar el Atlantico fue la oportunidad de pasar por Madrid y reencontrarme con mis ex companeros de equipo y reunirme con Juan Francisco Escudero. Cuando compré los billetes de avion para el viaje, no me di cuenta de que tenía la salida prevista para la noche que se iba a jugar el Super Bowl. Normalmente, a mi mujer y a mí nos gusta reunirnos en la casa de uno de mis hijos para disfrutar el partido pero este año parecía que no iba a ser posible dado que tenía que estar en el aeropuerto durante el partido. El vuelo estaba previsto que saliera a las 21:00 horas.

Resulta que en Nueva York cayó una nevada la mañana de mi salida e Iberia canceló su vuelo desde Madrid al aeropuerto JFK de New York. Recibí la noticia de que mi vuelo iba a salir el día siguiente a las 12:00 horas,  tenia que estar en el aeropuerto 4 horas antes. Así, tuve la oportunidad de disfrutar viendo la Super Bowl tranquilamente con mi mujer en casa (el partido fue algo decepcionante) aunque tenía que madrugar por la mañana.

El avión salió cuando debía y llegamos en el aeropuerto de Madrid a las 0:45 del 11 de febrero. Me resulto curioso que no hubiera cola en el control de pasaportes pero que las maletas tardaran bastante tiempo en llegar. Salí del aeropuerto a la 1:55 y llegué a la habitación del hotel Novotel a las 2:30. Me ilusionó la idea de bajar para el desayuno del hotel porque la variedad de las cosas que ofrecían eran cosas que mi mujer y añorábamos mucho. Nos habíamos quedado en el hotel otras veces y siempre habíamos tenido buenas experiencias. Despues del desayuno, pude descansar y prepararme para mi reunión en el hotel con Juan Francisco Escudero y luego ir a la cena planificada en el restaurante “El Babero” con mis ex compañeros de equipo.

Vicente Ramos, que es un santo, me vino a buscar en su taxi. Estaba lloviendo y tuve la fortuna de que Vicente pasara por el hotel para buscarme porque cuando llegamos a la calle donde esta el restaurante, no lo vi. Está colocado al final de una calle estrecha de varios restaurantes y no lo hubiera encontrado si no hubiera sido por él. 

Me hacia recordar cuando en la primavera del 1979 llegué tarde a la cena que el equipo pagaba con las multas de aquella temporada. Aunque estaba enfrente del restaurante con bastante prontitud, no conseguí ver el nombre del restaurante por fuera y seguí conduciendo mi coche 45 minutos más antes de parar en un teléfono público para llamar al restaurante. Todos pensaban que habia tenido un accidente pero les aclaré que no encontraba el sitio donde estaban. Cuando llegué aquello parecía un funeral porque estaba el presidente del Club, Luis de Carlos, y queríamos dar buena imagen. Creo que fui el único que recibió una multa por llegar tarde a una cena de multas

Los «Asociación de Veteranos» nos había reservado una sala en el tercer piso y nos costó a muchos de nosotros subir cómodamente las escaleras para llegar al comedor. Tenían un televisor en la sala y pudimos seguir la evolución del equipo de fútbol que jugó contra el Manchester City en el partido de ida. Poco a poco iban llegando mis excompañeros.

Al final éramos 11: Wayne Brabender, Cristóbal Rodríguez, Vicente Paniagua, Vicente Ramos, Juanito Corbalán, Luis Prada, José Beirán, Joe Llorente, Lolo Sainz, Emiliano Rodríguez (aunque no llegué a jugar con él porque tomé su número 10 cuando se retiró, pero habíamos tenido una gran relación personal) y yo. Fue divertidísimo intercambiar historias y anécdotas que nuestras memorias nos dejaron contar. No olvidaré nunca esta reunión. Ojalá que en algún futuro podamos tener una cena parecida en la que puedan participar Randy Meister y John Coughran, quienes fueron grandes compañeros en equipos campeones.

Con la lluvia, fue algo difícil conseguir un taxi para volver al hotel, pero mi ángel de la guarda, Vicente Ramos, finalmente encontró uno y me acompañó hasta el hotel. Se ofreció a llevarme al día siguiente a la Ciudad Deportiva de Valdebebas para ver las instalaciones, saludar a Javier Artime y los demás en la oficina de los veteranos, y desear suerte al equipo de baloncesto antes de su viaje a la Copa del Rey. La Ciudad Deportiva es una maravilla. Me da muchísimo orgullo formar una pequeña parte de este magnífico club. ¡Hala Madrid! Javier me entregó algunos obsequios del club que voy a disfrutar aquí en los Estados Unidos. También me dio algunas cosas para entregar a Jim Signorile, otro veterano, a quien iba a ver la semana siguiente en una cena en Nueva York.

Mi vuelo a Gran Canaria no salía hasta las 23:15 de aquel día y Vicente me propuso comer con Joe Llorente y algunos asociados suyos en el restaurante Casa Juan. Yo me apunté enseguida y disfrutamos de una comida maravillosa con una gran sobremesa después. Vicente me ofreció pasar por su casa porque aún quedaban varias horas antes de mi vuelo. Me ilusionó la idea de ver a su esposa Maite, y fue muy divertido repasar anécdotas de nuestras experiencias anteriores. Pudimos conectar con mi esposa Marilyn por WhatsApp y Maite pudo hablar con ella. Cuando llegó el momento de salir hacia el aeropuerto, Vicente me acercó con bastante tiempo de sobra. Estoy muy agradecido a Vicente por todas las atenciones que me brindó.

El avión salió «on time» y llegamos a Gran Canaria a las 0:55 del 13 de febrero. Gracias a Dios, Carmelo Cabrera estuvo en la puerta de salida esperándome cuando salí con mi equipaje. Tiene un Mercedes eléctrico que parece una nave espacial con su iluminación y todos los «gadgets» que tiene dentro. Tardamos solo 15 minutos en llegar a su magnífica casa, y fue muy familiar porque ya había estado allí varias veces. Me enseñó mi cuarto y me acomodé fácilmente. Como el buen base/playmaker que es, Carmelo se preocupó de mi confort y el de Luis Miguel Santillana. Nos facilitó desayunos diariamente en casa y recomendó buenos sitios para comer en Las Palmas. Siempre acertamos en lo gastronómico con él.

Después de la comida, nos tocó ir a los dos primeros partidos de la Copa. Madrid no jugaba hasta el próximo día, 14 de febrero. El primer partido fue ganado por Unicaja Málaga sobre Joventut de Badalona. En el segundo partido, hubo una gran sorpresa porque perdió el FC Barcelona contra CB Canarias (uno de mis ex equipos). Santillana estuvo deprimido después de la derrota porque había jugado en el Barcelona y esperaba tener una oportunidad de pasar algún tiempo con excompañeros suyos, Epi, Manolo Flores y Pedro Ansa. Volvieron a Barcelona después de la derrota. Joan Roca de la ACB nos dio una pulsera para disfrutar la sala VIP, donde tenían refrescos y un jamón ibérico fuera de este mundo. Los partidos terminaron muy tarde y decidimos prescindir de cenar porque ya habíamos picado cosas en la sala VIP.

Carmelo tiene wifi en su casa y lo aproveché para llamar a mi esposa Marilyn cada noche después de los partidos. Fue un «timing» perfecto. Hay una diferencia de 5 horas entre Canarias y Nueva York. Llegamos a la casa de Carmelo sobre la medianoche y fue la hora perfecta para conectar con ella. Es la hora en la que solemos tomar una copa antes de cenar y pude comunicarle las actividades que tuvimos aquel día. Carmelo también invirtió en una botella de Johnny Walker Black porque sabe que me gusta tomar un whisky con patatas fritas como «snack». Varias veces sustituyó mi cena.

El próximo día 14 de febrero (Día de San Valentín) iba a llegar la tripulación de Madrid, que incluía a varios veteranos de Madrid y un grupo de representantes de varios patrocinadores del Club. Iban a llegar por la tarde y yo tomé la decisión de trasladarme al hotel AC Gran Canaria para poder interactuar más con mis excompañeros.

Tuvimos libre hasta las 17 horas y Carmelo me acercó al hotel para hacer el check-in. Después, llevó a Santillana y a mí a un buen restaurante pegado a la playa llamado Taberna Extremeña. Nos reunimos allí con Juan de Miguel (un gran amigo de muchas de las Leyendas), su hermano Paco y un veterinario que se especializa en cuidar animales grandes de África, como elefantes. La comida fue fantástica y las tertulias también. Después de la comida, fuimos directamente a la cancha en el coche de Carmelo. La tripulación de Madrid fue al partido del Real Madrid contra Manresa en un autobús.

Había mucho ambiente cuando llegamos al Gran Canaria Arena. Madrid jugó el primer partido y derrotó con bastante facilidad a una de las sorpresas de la ACB, Manresa. Jugaron muy bien y todos salimos muy contentos. La tripulación decidió no quedarse para ver el segundo partido entre Gran Canaria y Valencia. Volví al hotel en el autobús mientras Carmelo llevó a Santillana a su casa. Tuvimos una cena planificada en la terraza del Hotel Santa Catalina, donde se alojaron los patrocinadores. (El autobús que nos llevó tuvo dos paradas, una en nuestro hotel y la otra en el Santa Catalina.)

El ambiente en la terraza fue elegantísimo. Sirvieron cervezas, vino y otros licores, con camareros que pasaban con pinchos deliciosos para complementar las bebidas. Aproveché la noche para saber más de la vida de Joseba Gastanaga, que fue un «junior» en mi última época en el Real Madrid. No lo había visto desde entonces y cuando lo vi en la cancha, no lo reconocí y pensé que era una estrella de cine con su «handsome look». Resulta que pasamos un gran rato poniéndonos al día sobre lo que estaba ocurriendo en nuestras vidas. También conversé con Cristóbal Rodríguez, José Beirán, Reyes (la coordinadora del grupo) y algunos patrocinadores que conocí dos años antes en Badalona. Fue una noche muy agradable.

A la mañana siguiente, tuve una cita con Marc Ramón de ACB.com en el desayuno para una entrevista. Subí al piso 23 del hotel, donde servían el desayuno, para ver a Marc, pero me dijo que había demasiado ruido y propuso bajar al lobby, donde era bastante más tranquilo. Me entrevistaron (con video incluido) en anticipación de que el próximo año se cumplirán 50 años desde que metí 65 puntos en un partido contra Breogán de Lugo.

Cuando subí para desayunar, me encontré con Cristóbal Rodríguez (presidente de la Asociación de Veteranos de Baloncesto), Paquita Torres Luyk (la esposa de Clifford) y Antonio Martín, veterano del Real Madrid y presidente de la ACB. Disfruté mucho la charla entre nosotros y me sorprendió el interés que Antonio tiene en montar caballos. Dijo que es una actividad que disfruta mucho con su hija. Le pregunté si tenía un caballo muy grande y, naturalmente, me dijo que sí. Por culpa de la charla, tuve que apresurarme para llegar a tiempo al autobús que llevaría a toda la tripulación a una aventura secreta.

El autobús salió a las 9:30 hacia una finca de plátanos. Allí, tuvimos una guía muy simpática que nos informó sobre muchos detalles acerca de cómo crecen los plátanos. Una curiosidad fue que todas las plantas son femeninas y solo dan fruta una vez. Josechu Biriukov fue quien más preguntas tenía y todos nosotros dudamos cuando nos dijo que había 400 mil millones de plantas en la finca. Desgraciadamente, mis rodillas, espalda y pies me molestaban y no disfruté tanto del recorrido como hubiera querido. Cuando llegamos a los refrescos y pude sentarme, estuve contento.

De repente apareció un hombre vestido con ropa de carnaval. Fue contratado para animar el evento. Empezó enseñándonos movimientos de los bailes típicos de carnaval. Muchos de los patrocinadores se apuntaron voluntariamente para imitar sus consejos. Mis dolencias evitaron mi participación. A la mitad de su espectáculo, sonaron una variedad de tambores que entraron en escena con un grupo de mujeres y hombres vestidos con trajes típicos de carnaval, demostrando los bailes tradicionales. ¡Fue todo un SHOW!

Cuando acabaron, nos dirigimos hacia una mesa larga bajo las plantas de plátanos. Íbamos a comer al aire libre. Fue una escena atípica y surrealista. La comida era buena, pero hubo un fallo: sirvieron cervezas, Coca-Cola, agua, etc., pero no tenían vino tinto o blanco normal. Solo tenían un vino blanco hecho con plátanos. Me arriesgué y lo probé, y me satisfizo como complemento a la comida. Fue una experiencia muy original.

A la vuelta al hotel, aproveché la oportunidad de conocer mejor a Chechu en el autobús. No tenía mucho contacto con él anteriormente. Me parecía una persona muy afable y curiosa, con todas las preguntas que hacía en el tour. Resulta que es un fenómeno como persona y disfruté mucho mi interacción con él. Ahora tocaba decidir si ir al primer partido de la tarde entre Unicaja Málaga y CB Canarias, que empezó a las 17:30. El Real Madrid tenía previsto jugar a las 20:30.

Opté por descansar debido a las molestias que tenía y no vi el primer partido. Pensé que podría verlo por televisión, pero el hotel no tenía Movistar. Los otros veteranos optaron por ir por su cuenta al partido, que ganó el Unicaja.

Cuando llegué al campo, todos mis colegas se quejaron del frío que pasaron en el primer partido. Me dijeron que Carmelo pidió que subieran la temperatura y los responsables del edificio accedieron a su solicitud. Carmelo es un «hijo predilecto» de la isla.

Madrid jugó contra el equipo de casa y había mucho ambiente en la arena. Salió airoso con una gran victoria y fuimos muy contentos al autobús para ir a cenar a un gran restaurante de carne llamado «El Churrasco». Coincidí con Jonathon, el representante de la cerveza Mahou, y disfruté mucho nuestra conversación y la carne que sirvieron en el restaurante. La carne merece un 10. Fue deliciosa. Cuando llegué a mi habitación, llamé a mi esposa para compartir las experiencias de mi día.

El próximo día era el día de la Final. Bajé a desayunar y coincidí con Cristóbal y José Beirán. Tuve la oportunidad de saber más de sus vidas y disfruté de unos buenísimos croissants que mojé en mi delicioso café con leche. La organización decidió cancelar el evento que habían planificado (antes de la comida) y tuvimos libertad para hacer lo que quisiéramos hasta la hora de comer, citados para las 14 horas en el restaurante La Marinera. Aproveché el tiempo libre para descansar y preparar mi salida del hotel. Pudimos mantener nuestras habitaciones hasta las 17 horas, pero acordé con Carmelo que me buscaría a las 13 horas porque iba a quedarme dos días más en su casa y quería meter mi maleta en su maletero sin necesidad de volver al hotel.

Carmelo sabía que tenía molestias en mis rodillas y pies y me acercó lo más cerca posible al restaurante antes de buscar un sitio para aparcar. Me dijo que el restaurante estaba al final de la calle, pero no lo vi. Al final de la calle había una plaza que daba al mar y que no tenía ningún restaurante. Empecé a preocuparme, recordando mi experiencia en la cena de las multas. Después de dar vueltas por la plaza dos veces, pregunté a un señor que atendía un aparcamiento: «¿Dónde está el restaurante La Marinera?». Me señaló que estaba al otro lado de una feria y pegado al mar. Seguí sus indicaciones y, voilà, allí apareció el restaurante.

Vi a varios miembros de la organización y algunos patrocinadores y me sentí tranquilo. Tomé mi sitio en una mesa muy larga y algo rústica. Los demás miembros del grupo fueron llegando poco a poco hasta que estuvimos todos y el camarero nos pidió nuestra elección para el plato principal. Oí la palabra «fritura» entre las opciones y pensé que sería algo parecido a una fritura de pescados y mariscos como la que había probado en un restaurante en Madrid llamado «La Dorada», frecuentado por muchos directivos del Real Madrid en la década de los 80. Allí fue donde el Real Madrid se reunió con representantes de la NBA para lograr que el Open McDonald’s de 1988 se jugara en Madrid. Unos días después de esa comida, la NBA concedió que Madrid organizara el evento, que incluyó a los Boston Celtics de Larry Bird.

Después de unos buenos entrantes, llegó la fritura. Desgraciadamente, no era lo que yo esperaba. Eran dos pescados que no me gustaron mucho. Quedé algo desilusionado, pero los entrantes ya me habían llenado bastante y estuve contento. Vi que varios miembros del grupo tampoco comieron su pescado. Muchos tampoco pudieron tomar su postre porque el autobús salía a las 16 horas hacia los hoteles. La mayor parte del grupo tenía que volver y hacer el «check-out» de sus hoteles. El autobús iba a salir hacia el partido bastante temprano (17 horas), aunque el partido no iba a comenzar hasta las 19 horas. El Real Madrid se enfrentaría al Unicaja Málaga en la gran final.

Dado que iba a ir al partido con Carmelo, pude quedarme en el restaurante e interactuar con muchos de los aficionados de otros equipos que estaban allí. Había gente del CB Canarias, y Carmelo y yo charlamos con ellos sobre nuestra época en el equipo de La Laguna de Tenerife. Fue un momento muy nostálgico recordando nuestras experiencias en la isla.

Increíblemente, Carmelo encontró un sitio de aparcamiento bastante cerca del restaurante y no tuve que caminar mucho. Llegamos bien al campo y esperábamos un gran partido del Madrid. Desgraciadamente, para la afición del Madrid, Unicaja dominó el partido y se coronó campeón. Hubo desilusión en el grupo, que tenía previsto volver a Madrid muy tarde aquella noche en vuelos normales. Creo que volvieron en un avión chárter del equipo o del presidente Florentino. Yo volví a la casa de Carmelo, donde iba a quedarme dos noches más.

Llamé religiosamente a mi esposa cuando regresamos a casa para darle la noticia sobre el partido mientras tomaba mi whisky y mis patatas fritas. Carmelo y yo compartimos la decepción con Santillana por las derrotas de nuestros equipos, pero aún teníamos una última cita el día siguiente que me hacía ilusión. Un amigo de Carmelo, Alberto, es un cocinero excelente y nos invitó a su casa para comer un arroz con mariscos. La última vez que estuve en Las Palmas para la Copa, preparó la misma comida y fue fenomenal. Esta vez no fue la excepción. La comida fue fantástica y fue una gran despedida.

Salía al día siguiente a las 8:50 y tenía que cerrar mis maletas y dormir un poco antes de madrugar. Fue difícil dormir sabiendo que tenía que despertarme a las 5:30 para llegar al aeropuerto con una hora y media de antelación. Carmelo nuevamente me ayudó llevándome al aeropuerto con bastante tiempo para facturar y estar tranquilo antes del vuelo. El viaje fue bastante cómodo porque había reservado asientos en las salidas de emergencia y podía estirar bastante las piernas. Los vuelos salieron puntuales y llegaron a tiempo. Cuando llegué a JFK, mi esposa me estaba esperando. Fue bueno estar de vuelta a casa, pero tengo recuerdos imborrables de un viaje que recordaré para siempre.

¡Gracias a todos los que contribuyeron a mi gran experiencia! Gracias, Real Madrid, por la relación que el Club tiene con los veteranos. Espero volver a España pronto. La motivación que tengo es volver a encontrarme con las personas que considero mi segunda familia. Hasta entonces, un fuerte abrazo.

Walter Szczerbiak

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