vinny600061004ib1El 24 de octubre de 1988, por primera vez en la historia, un equipo español se enfrentaba a un conjunto de la NBA, una liga que en aquella década todavía se jactaba de ser, sin ningún género de dudas, la competición más dominante del mundo. Un coto prácticamente cerrado para los jugadores europeos, que llegaban al Estados Unidos con cuentagotas después de haber firmado durante años varias temporadas de ensueño en el viejo continente. Eran las credenciales necesarias para acceder a una liga donde la diferencia física y técnica con cualquier competición europea aún hacia estragos en cualquier enfrentamiento, ya fuera en torneos como el Open McDonald´s o a nivel de selecciones, donde Estados Unidos se valía de jugadores universitarios para mantener la hegemonía mundial en prácticamente cualquier competición.


 

El Open McDonald’s, un torneo de baloncesto organizado en colaboración por la NBA y FIBA bajo el patrocinio de la empresa americana de comida rápida, llegaba a Madrid en octubre. La sede de cada torneo, que enfrentaba a equipos de ambos organismos, se escogería para cada edición bajo el consenso de ambas entidades. La elección de los Boston Celtics como la franquicia norteamericana que vendría a la capital en esta ocasión desató la fiebre de los aficionados por conseguir entradas para poder ver en directo a verdaderos ídolos del baloncesto como Larry Bird, Kevin McHale o Robert Parish. La ciudad hervía ante la celebración del evento, bien aderezado con una serie de actos paralelos como un guiño corporativo por parte del equipo de KC Jones, que visitó una de las franquicias de McDonald´s en la capital. En el local los medios pudieron fotografiar a los jugadores agolpándose en el mostrador para solicitar hamburguesas y comprobar la amabilidad de los jugadores de Massachusetts, que compartían sus patatas fritas con unas sorprendidas colegialas que se encontraban allí.


Además de los Celtics y el Real Madrid como local, el cuadrangular –que rendiría homenaje a Raimundo Saporta- contó con el Scavolini de Pesaro y la selección de la antigua Yougoslavia. El conjunto blanco, dirigido por Lolo Sáinz, tenía en sus filas a jugadores como ‘Chechu’ Biriukov, Johnny Rogers, Fernando Martín, Antonio Martín, Pep Cargol, Fernando Romay, Quique Villalobos, Carlos García-Ribas, José Luis Llorente o Drazen Petrovic, y derrotó sin demasiados apuros al Scavolini en la semifinal por 108-96. En el otro enfrentamiento, los Celtics hacían lo propio con los de Kukoc, Komazec, Vrankovic o Radja por 113-85. La final sería la esperada: Real Madrid-Boston Celtics.

arena600061004dv4

Quique Villalobos, que tan sólo contaba con 23 años, era uno de los jugadores más jóvenes del equipo madridista. El alero madrileño, un jugador en auge con un físico portentoso, pudo vivir la experiencia de jugar contra aquella mítica plantilla que durante años compartió la hegemonía en la NBA junto a Los Ángeles Lakers en una rivalidad única e irrepetible. Villalobos recuerda el partido ante los Celtics de forma muy intensa: “Acababa de fichar por el Real Madrid, recién llegado de la Primera B desde el Caja Madrid, así que enfrentarme de repente contra los Boston Celtics, que tenían mayor trascendencia que ahora porque en el 88 había poco más de 20 franquicias en la NBA y el nivel era mayor que el de ahora, fue una experiencia increíble y estaba francamente emocionado por vivir esa situación. Era un equipo NBA en Europa, los Boston Celtics, y encima en tu cancha. No hay que olvidar que nosotros teníamos un equipazo en el que destacaban jugadores como Drazen Petrovic y Fernando Martín. En mi caso, sabía que no iba a tener oportunidad de jugar porque en esos momentos era un jugador de banquillo, pero guardaba la esperanza de jugar algunos minutos, cosa que hice -Quique jugó 5 minutos al final del partido- y aunque hoy en día, si que sería factible pensar de forma más realista en que podría haber alguna posibilidad de ganar, entonces no albergábamos ninguna esperanza de que fuera así, independientemente de que los Celtics llegaban a Madrid en plena pretemporada, ya que era Octubre, y nosotros ya teníamos un rodaje más largo”.


El Real Madrid iría por detrás de su rival durante todo el partido ya que la calidad indiscutible de los Celtics no permitió en ningún momento que los de Lolo Sáinz soñasen con conseguir una victoria que hubiera roto incluso con los pronósticos más optimistas para el club blanco. Aunque Drazen Petrovic fue el máximo anotador de los blancos con 22 puntos, el jugador más destacado fue Pep Cargol, que cuajó una actuación notable tras anotar 15 puntos y que como cuenta Villalobos tuvo que atender un gran número de entrevistas al día siguiente a pesar de ser sólo un jugador joven en un equipo lleno de estrellas.

 

En cuanto a Petrovic, un año después, el genio de Sibenik dejaba Madrid para iniciar su carrera en la NBA con los Portland Trail Blazers, el mismo equipo en el que ya había militado Fernando Martín que, tras una experiencia agridulce, regresó al Real Madrid la siguiente temporada. En muchas ocasiones se han hablado ya de las similitudes -tan trágicas en determinados momentos- en las carreras de estos dos geniales jugadores que fueron precursores del baloncesto europeo en la NBA.


Al final, el partido concluyó tal y como lo describía el guión establecido antes del choque, victoria visitante por 111-96. Villalobos lo explica así: “fue un partido relativamente sencillo para ellos ya que no recuerdo que realmente dispusiéramos de posibilidades reales de llevarnos el choque. Recuerdo lo que intimida jugar contra mitos del baloncesto como Bird, Parish o McHale y que constituyó una experiencia inolvidable por el ambiente tan salvaje que vivimos en el Palacio de Deportes, que estaba abarrotado, y la trascendencia tan grande que tuvo a nivel mediático”, señala el madrileño, que rememora los minutos en los que pisó el parquet con mucho cariño: “de los instantes en cancha de los que dispuse recuerdo haberme sentido eufórico tras darle a Pep Cargol una asistencia tras haber capturado un rebote y haber salido botando. También recuerdo que me pasé la rueda de calentamiento mirando a los Celtics calentar y fijándome en como Larry Bird no fallaba ningún tiro ni si quiera en esos momentos. Fue el jugador que más me impactó por la facilidad con la que hacía las cosas; no sólo anotaba, sino que pasaba muy bien y además tenía una gran capacidad para leer el juego, el típico jugador blanco que no salta, no corre, pero lo hace todo bien. Asimismo, también recuerdo con claridad que me emparejé con Reggie Lewis, porque años más tarde fallecería de un ataque al corazón mientras jugaba y me llamó mucho la atención”.

pins1

Resulta paradójico escuchar como Villalobos relata que la diferencia física, tan evidente en aquellos años entre el baloncesto americano y el europeo, no fue un factor vital para el desenlace del partido, que tuvo en la calidad incontestable de los norteamericanos el factor decisivo para su victoria: “lo cierto es que la diferencia física no fue un factor decisivo, ya que, a pesar de que ellos tenían a pívots grandes y duros como McHale y Parish, nosotros teníamos a Fernando Romay, Johnny Rogers y Fernando Martín, con o que no tuve la sensación de que nos intimidaran ni de que fueran inexpugnables físicamente. Simplemente, era un equipo que jugaba de cine, que hacía las cosas de memoria, incluso para haberse encontrado en pretemporada y sin la preparación que, como ya he dicho antes, teníamos nosotros. Fue, en definitiva, un acontecimiento único en el que todo Madrid se volcó. Mucha gente vio ese partido y mucha gente se acercó al pabellón. Con los años, me he encontrado con multitud de personas que estuvieron allí y que recuerdan aquel partido con nitidez”.


Fue una oportunidad única para ver en persona a dos de los equipos más emblemáticos de la historia del baloncesto en un partido que marcó el inicio de un enfrentamiento entre dos estilos de juego que, con los años, han ido vinculándose para romper los estereotipos que separaban el juego rápido y vistoso de la NBA con el pausado y cerebral de las competiciones europeas.

Share.