El pasado mes de julio, Rafael Rullán se retiraba de forma oficial en el Real Madrid después de dedicar casi medio siglo trabajando para el club blanco (18 años como jugador de la primera plantilla), los últimos como director de las Escuelas Sociodeportivas de Baloncesto de la Fundación Real Madrid. Ningún jugador ha permanecido tantas temporadas en el primer equipo y su marca se antoja difícil de batir. No obstante, en su merecido descanso, el ala-pívot mallorquín sigue manteniendo muy vivo su vínculo con el club, pues actualmente preside la Asociación de Jugadores de Baloncesto del Real Madrid, una entidad constituida oficialmente en 1996 con el objetivo ofrecer a los veteranos del club la posibilidad de seguir jugando al baloncesto sin perder el contacto entre grandes compañeros y amigos, además de implicarse en acciones y proyectos de carácter solidario.
Rafa Rullán dio sus primeros pasos en el baloncesto por prescripción médica, como medio para añadir musculatura a su delgadísima constitución física como adolescente. Una operación altura realizada por la Federación Española en Segovia, dirigida por Antonio Díaz-Miguel hizo que un joven Rullán desembarcara en la península en 1966, en principio para quince días. Ya en Madrid, la antesala a su fichaje por el Real Madrid, que fue supervisado, cómo no, por el maestro Pedro Ferrándiz, fue un brevísimo paso por el Canoe. En 1967, con quince años, Rullán se viste de blanco por primera vez con el equipo juvenil y no tarda en convertirse en objetivo del primer equipo, con quien ya combina entrenamientos como junior.
Bajo la batuta de Pedro Ferrándiz y Lolo Sainz, con compañeros de tanta calidad como Clifford Luyk, Wayne Brabender, Emiliano Rodríguez, Carmelo Cabrera, Vicente Ramos, Fernando Martín, José Luis Llorente, Fernando Romay, Wayne Robinson, Brian Jackson, Juan Antonio Corbalán o ‘Chechu’ Biriukov se forjó un jugador de leyenda. Porque, verdaderamente, Rullán fue un adelantado a su tiempo. Ahora, a casi todos los pívots se les pide alternar la zona con el perímetro y se valora mucho la polivalencia; no sorprende ver a tipos de 210cm. anotando triples o echando el balón en el suelo para botar, algo impensable en la década de los 70. El balear, con sus 207cm. de espíritu de lucha y técnica depurada, abrió una puerta hasta entonces cerrada a los pívots con su fiable tiro de 5-6 metros y su movilidad lejos de la pintura, donde tenía un hándicap de muchos kilos frente a sus adversarios y también debido a una lesión en el pie en 1981 que contribuyó a que se alejara de la zona. Se podría afirmar que la definición de “cuatro abierto” la escribió Rafa Rullán con su elegante estilo de juego.
Rullán protagonizó partidos tan memorables como la final de la Copa de Europa en 1980 contra el Macabbi Tel Aviv en Berlín Occidental y sus 27 puntos frente a los hébreos, que exhibían una plantilla con mucho talento en la que figuraban jugadores de la talla de Aroesti, Berkowitz, Perry o Williams. El pívot blanco fue crucial en la consecución de la que sería la séptima Copa de Europa para la sección tras derrotar al club israelí por 89-95. La misma anotación, 27 tantos, le endosó Rullán a la Simac de Milán en la Recopa de Europa de 1984. Jugando prácticamente de alero, desquició a Dino Meneghin, a quien sacó una quinta falta vital en los últimos minutos, y se convirtió en el héroe de la final ante el equipo dirigido en la cancha por Mike D’Antoni.
En su palmarés, sólo superado en toda la historia del club por Clifford Luyk, al que el mallorquín se referido como su mentor cuando llegó al Real Madrid, figuran la friolera de 14 Ligas, 9 Copas Españolas, 3 Copas de Europa, una Recopa o una plata europea como internacional (lo fue en 161 ocasiones), entre otros muchos títulos, o ser seleccionado para integrar el mejor quinteto europeo en cinco ocasiones.
En 1987 deja el Madrid y se retirado del baloncesto un año más tarde tras disputar una temporada en el Bancobao Villalba. No tardaría en regresar a su alma máter: en 1991 vuelve al club para ocupar el puesto de delegado en la primera plantilla durante ocho años, hasta 1999. Después de un paréntesis de un año coincidiendo con el cambio de siglo, en el año 2000, con la llegada de Florentino Pérez a la presidencia del club, Rullán se pone al frente de las Escuelas Sociodeportivas de Baloncesto de la Fundación Real Madrid como director, encargándose de coordinar con éxito el desarrollo de las distintas escuelas, que incluyen las dedicadas al baloncesto adaptado, inclusivo y en silla de ruedas, fomentando la educación en valores a través de la práctica del baloncesto.
En el plano personal, Rullán siempre ha sido un compañero especialmente querido por todos los que han coincidido con él dentro y fuera del parqué. Afable y próximo, nunca dejó que los títulos y los récords alimentaran su ego. Se marcha un jugador de categoría mítica en la sección de baloncesto y en el Real Madrid; como jugador y como persona.