Sucedió a mediados de octubre en el Pabellón Municipal de la localidad de Novelda, Alicante. Los veteranos de la Asociación de Jugadores de Baloncesto del Real Madrid, desplazados hasta allí para disputar un partido contra un combinado formado por ex jugadores locales, miembros de los Clubes Deportivos Jorge Juan y Elda y los maestros del colegio público Alfonso X el Sabio, se estaban imponiendo a los locales con soltura cuando en el último cuarto se produjo la jugada secuenciada en imágenes más abajo. Vicente Paniagua, quien a sus 68 años no renuncia a vestirse de corto con la camiseta del club blanco, recurrió al ingenio con una acción que cualquier aficionado al baloncesto asociaría más al tipo de juego que se practica en los ‘playgrounds’ que a un tipo que levantó tres Copas de Europa y diez Ligas allá por los años 60 y 70.
Genio y figura. El hecho de que Paniagua siga sobre el parqué rondando los 70 constituye en sí mismo motivo de admiración, pero que juegue 20 minutos, anote dos tiros a media distancia y se atreva a hacer una acción de tanta picaresa para divertimento de los 800 espectadores que asistían al choque, le otorga más mérito aún. El alero castellano manchego lo expica así: «Surgió sobre la marcha en ese instante pero es algo que yo creo que me enseñaron a hacer en el Madrid de mi época, no recuerdo el año, pero hace muchísimo tiempo. Es un recurso que utilizabas cuando querías bajarle los humos a un saltarín de esos que entran al trapo con todo. Aunque he utilizado este truco un montón de veces, nunca llegué a hacerlo en un partidos oficiales, ya sea de liga o cualquier otra competición, porque es un gesto que si te sale bien ofrece la sensación de que estás tratando de humillar al contrario, faltándole al respeto. Es como estas jugadas en las que estás defendiendo y tu atacante hace como que da un pase, te pone el balón detrás de la cabeza sin soltarlo y tu te giras a toda velocidad pensando que se ha dado el pase. Quedas en evidencia delante de todos».
Y continúa,«precisamente, recuerdo que una vez, jugando una pachanga en Alcázar de San Juan, un americano me la hizo a mí, así que al siguiente ataque le pedí al base que me la diera al poste bajo. La clave está en ponerte en paralelo a la línea de fondo en cuanto recibes y das un bote, dándole la espalda al que te defiende para que no se vea el balón, dejándole que llegue confiado y pensando que te va a poner un “gorro”. Mientras, con la mano izquierda metes el balón por dentro de la camiseta, lo dejas ahí y levantas los dos brazos como si fueras a tirar a canasta. Tiene que ser algo muy rápido. Salió perfecto. El americano pegó un bote de esos en los que se ponen ambas manos en el tablero, y mientras bajaba preguntándose qué demonios había pasado, dónde estaba el balón, yo tiré a canasta con sin siquiera tener que saltar. También me gusta hacérselo a los chavales de las selecciones inferiores de la FEB cuando les acompaño en sus competiciones. Cojo al típico pívot con muelles, el jefecillo del equipo, y le digo “venga, vamos a jugar un poco al poste bajo”. Siempre se van para arriba y se tragan la finta», cuenta entre risas Paniagua.
No obstante, el ex jugador blanco matiza la jugada concreta que aparece en las fotos: «De todos modos, si lo hice el otro día es porque ya estábamos en un ambiente muy distendido, como de fin de fiesta, al final del último cuarto. Quise hacérselo a este pívot de unos 2.00m. que tenían y que había sido muy activo durante todo el partido, intentando taponar a Joe Arlauckas, llegando a muchas jugadas. Coincidió que me vi en la situación idónea para hacerlo y no me lo pensé. Pero es de justicia reconocer que la árbitro me pito pasos cuando fui a tirar, algo que no comprendo porque jamás me los han pitado haciendo este movimiento, pero bueno…», concluye.